lunes, 22 de agosto de 2016

WALTER HERMANN NERNST

Nobel Química-1920



         Nernst obtuvo su doctorado con grado máximo en 1887. A los veinticinco años hizo su primer trabajo importante en química-física, cuando aplicó, en 1889, los principios termodinámicos a la pila eléctrica que Volta había inventado casi un siglo antes, de este modo dio una explicación razonada del potencial eléctrico que producía. Consiguió una ecuación, que generalmente se conoce con su nombre, en que relacionaba el potencial con varias propiedades de la pila. Con el paso del tiempo estas explicaciones se fueron sustituyendo por otras mejores, pero su ecuación todavía es válida y útil.
         En 1891 le nombraron profesor de química-física de Gotinga, en donde trabajó en un libro de texto de química teórica, basado en la noción que tenían de la termodinámica hombres como Ostwald, que se publicó en 1893.
         En ese mismo año explicó la ionización de los compuestos del agua, problema que había confundido a los que se habían opuesto a las teorías de Arrhenius diez años antes. Nernst señaló que el agua tiene una constante dieléctrica alta, es decir, es aislante eléctricamente, por eso es difícil para los iones cargados positiva y negativamente atraerse entre las moléculas aislantes del agua. Ya no se adhieren con tanta fuerza como lo hacían en los compuestos puros y en las soluciones acuosas se separan. Los iones separados pueden transportar una corriente eléctrica. En un disolvente de una constante dieléctrica más baja, los iones se unen y no se realiza la ionización. J.J. Thomson sugirió la misma idea independientemente, por lo que ahora se llama regla de Nernst-Thomson.
         En 1905 nombraron profesor a Nernst, de química en la Universidad de Berlín y un año más tarde dio a conocer su descubrimiento más importante, que por regla general se conoce como tercera ley de la termodinámica. En las proximidades del cero absoluto, la variación de la energía de los cuerpos, relacionada con la variación de temperatura, tiende a cero. De esto se deducía la imposibilidad de alcanzar el cero absoluto. Se puede llegar tan cerca como lo permita la paciencia, el gasto, el equipo, etc. (se obtuvieron temperaturas de solo una millonésima de grado sobre el cero absoluto), pero la temperatura final nunca se alcanzó.
         Por estos trabajos, Nernst se vio recompensado con el premio Nobel de química de 1920.
         Esta tercera ley de la termodinámica la planteó de una forma mucho más simple Planck en 1911. Lewis señaló que la ley solo se cumplía para sustancias en estado cristalino, cosa que demostró experimentalmente Giauque.
         En 1918 Nernst explicó cómo explotaban el hidrógeno y el cloro expuestos a la luz. La energía luminosa rompía la molécula de cloro en dos átomos. El átomo de cloro (con un poder mucho más grande de reacción que la molécula) reaccionaba con la molécula de hidrógeno para formar ácido clorhídrico y un átomo de hidrógeno, este átomo de hidrógeno reaccionaba a su vez con otra molécula de cloro y lo que quedaba libre era nuevamente otro átomo de cloro, estos procesos se iban sucediendo. Con la escisión molecular inicial, la reacción podía continuar de diez mil a un millón de etapas seguidas. De este modo la luz originaba reacciones en cadena, muy útiles para explicar otra, como las que producían los polímeros (moléculas de cadenas largas).
         Hahn, Meitner y otros encontraron otro tipo de reacciones en cadena, que dieron lugar a las explosiones nucleares de un efecto mucho más devastador que cualquier otra explosión química.
         Nernst fue también un inventor que tuvo invariablemente mala suerte. Su invento más notable fue una lámpara hecha de cerámica que podía calentarse hasta la incandescencia con una corriente bastante débil, sin embargo, tenía algunas desventajas y no se podía comparar con la de Edison. También inventó un piano eléctrico, que no tuvo el éxito que esperaba su creador.
         Durante toda su vida mantuvo una actitud de  inventor respecto a la ciencia. Opinaba que Roentgen debió haber patentado los rayos X que descubrió, para sacar dinero de ellos (cosa que nunca se le ocurrió al propio Roentgen).


lunes, 8 de agosto de 2016

ERNST MACH





         Mach estudió física y se licenció de doctor en la Universidad de Viena en 1860. Le influenció mucho la psicofísica de Fechner. Al considerar el la físico de la sensación, como requería la psicofísica, creó la noción, en 1872, que todo el saber era un asunto de sensación.
         Era un filósofo de la ciencia, en la época en que la confianza científica había alcanzado su  cima. Después de Newton parecía que los científicos podían explicar todo, basándose en la mecánica, y casi se podían considerar las leyes de la naturaleza con existencia propia,
         Mach insistió en que las leyes de la naturaleza eran simplemente generalizaciones hechas por el hombre, conveniencias inventadas, para proteger innumerables observaciones, pero eran solo estas observaciones en si las que tenían realidad, siempre que llegásemos a aceptar la validez de la sensación.
         Se opuso vigorosamente al uso de objetos invisibles e insensibles para explicar fenómenos físicos, oponiéndose en particular a la teoría atómica. El calor que fluía era un hecho perceptible y las leyes de la termodinámica eran interpretaciones de tales hechos. En su punto de vista esto era claro y no se necesitaba ir más lejos. Utilizar diminutas bolas de billar para explicar hechos visibles, como el comportamiento de los gases, o el fluir del calor, como hacía Maxwell, le parecía que era introducir algo que no se podía percibir y por lo tanto místico.
         Se opuso también a la idea de que el espacio y el tiempo eran algo más que generalizaciones hechas de la observación. Las propiedades del espacio no tenían existencia independiente, sino que dependían del contenido de masa y su distribución (a esto se le llama todavía principio de Mach). Además, lo que llamamos tiempo era simplemente la comparación de una sucesión de movimientos con otro patrón. (Las agujas del reloj, por ejemplo.)
         La filosofía de Mach no la acogieron con entusiasmo en su época. Los atomistas ya tenían su sitio y a medida que pasaron los años su influencia y crédito se fue fortaleciendo cada vez más. Gracias al trabajo de Einstein  y Perrin al principio de siglo, los átomos, más que nunca, tomaban existencia concreta y aun un partidario de Mach como Ostwald tuvo que confesarse a sí mismo que los átomos eran reales. Sin embargo, algo de la filosofía de Mach, sobre todo su principio, iba a influir en Einstein. Además, si los átomos se aceptaban ahora por todos los científicos, el punto de vista de Mach prevaleció pues finalmente no eran las bolas de billar en que se habían esquematizado durante el siglo XIX. Es imposible hacer analogías mecánicas a nivel atómico y los hombres de ciencia se han visto forzados a aceptar las expresiones matemáticas para simbolizar a los átomos, sin hacer ningún intento de búsqueda de alguna analogía con algún objeto del mundo ordinario.
         Por lo que más se conoce a Mach es por sus experimentos, con y, en el aire en movimiento. Fue el primero que notó el cambio que experimentaba un objeto movible cuando alcanzaba la velocidad del sonido. Por estos experimentos y descubrimientos, la velocidad del sonido en el aire, bajo determinadas condiciones de temperatura, se llama <Mach 1>. Dos veces la velocidad del sonido, Mach 2 y así sucesivamente.
         En esta época de viajes supersónicos, los números de Mach llenan los artículos periodísticos, pero muy pocos de los que escriben y menos entre quienes lo leen saben de donde viene el nombre de Mach.
         En sus últimos años, Mach no aceptó la Teoría de la Relatividad de Einstein, aunque esta teoría contenía muchas de sus propias ideas.